Shirley es la historia de una mujer atractiva y emancipada en los Estados Unidos de los años 30, 40, 50 y principios de los 60. También es una mujer comprometida profesional y políticamente, que quiere ayudar a moldear el curso de la historia mundial y también de su propia historia.
“Trece cuadros de Edward Hopper, cobran vida en esta película para contar la historia de una mujer que, a través de sus pensamientos, sentimientos y reflexiones, nos permite vislumbrar una época de la historia de Estados Unidos”. (Stadtkino de Viena)
“Un cruce de imágenes en movimiento que narra la biografía ficticia de la actriz estadounidense Shirley, basada en 13 cuadros de Edward Hopper creados entre 1931 y 1965. Grabaciones sonoras históricas sitúan cada uno de los cuadros vivientes cuidadosamente diseñados en un contexto social, político y/o cultural. El monólogo interior de la protagonista la caracteriza como una contemporánea despierta y comprometida. Y mientras esperamos el instante en el que la imagen cinematográfica coincide con la preimagen, es decir, con el cuadro de Hopper, el contenido de ambas imágenes corre paralelo: la concreción narrativa de la película y la magia abstracta de la pintura”. (Viennale '13)
Shirley es la historia de una mujer atractiva y emancipada en los Estados Unidos de los años 30, 40, 50 y principios de los 60. También es una mujer comprometida profesional y políticamente, que quiere ayudar a moldear el curso de la historia mundial y también de su propia historia.
“Trece cuadros de Edward Hopper, cobran vida en esta película para contar la historia de una mujer que, a través de sus pensamientos, sentimientos y reflexiones, nos permite vislumbrar una época de la historia de Estados Unidos”. (Stadtkino de Viena)
“Un cruce de imágenes en movimiento que narra la biografía ficticia de la actriz estadounidense Shirley, basada en 13 cuadros de Edward Hopper creados entre 1931 y 1965. Grabaciones sonoras históricas sitúan cada uno de los cuadros vivientes cuidadosamente diseñados en un contexto social, político y/o cultural. El monólogo interior de la protagonista la caracteriza como una contemporánea despierta y comprometida. Y mientras esperamos el instante en el que la imagen cinematográfica coincide con la preimagen, es decir, con el cuadro de Hopper, el contenido de ambas imágenes corre paralelo: la concreción narrativa de la película y la magia abstracta de la pintura”. (Viennale '13)